12 febrero 2009

El último bombón de la caja de bombones

Esto es el colmo. He tenido que aguantar años de maltrato, pero esto ya es abuso. El último bombón de la caja, mi último bombón. Yo les había cedido todos los demás, pero ellos, mi propia familia, no pudieron evitar comerlo. Siempre fueron así, por eso quería ese bombón, al fin iba a poder decidir algo sin que ellos interfiriesen. Pero al final de cuentas es lo mismo, el problema se resolvió, ¿Realmente importa quién murió intoxicado? Yo creo que no.

08 febrero 2009

Fracaso

No debí haber nacido, todo lo que hacía (o intentaba hacer) era un fracaso. Desde pequeño intenté sin resultados, crecer. Pasaron los años y ni eso pude lograr. Y cuando ya estaba descubriendo las ventajas de ser enano, me estiré, pero no era lo suficientemente alto para hacer básquet, deporte que siempre había querido jugar. Decidí entonces que los deportes no eran lo mio, así que me dediqué a la pintura, pero los autorretratos nunca me salían bien, por más que trataba yo era feo.
Nunca fui bueno para escribir tampoco. Incluso, quien se encuentra escribiendo mi historia en este momento, es un escritor pago, yo solo dicto. Bueno, mejor dicho, me dedico a balbucear y una persona interpreta lo que digo y se lo transmite al escritor. Eso, tampoco aprendí a hablar bien, aunque con el tiempo conseguí comunicarme perfectamente, pero al perder todos mis dientes a los 21 años, por caries, volví a balbucear. Otro hecho importante, se me cayeron los dientes de leche, pero no creció ninguno en su lugar, quizás fue por las grandes cantidades de comida que ingería. Decidí entonces hacer dieta: pero las pastillas para adelgazar no me servían, me gustaban mucho y no paraba de comerlas. Engordé diez kilos después de empezar mi dieta. Entonces decidí seguir una dieta estricta, de esas que vienen en algunos folletos de comida sana, funcionó, pero me volví adicto a las dietas y así, anoréxico, termine pesando treinta kilos. Terminé en un hospital, en el cual me dieron suero para que recuperase algunos kilos. Recuperé mi movilidad, caminar ya no me parecía agobiante y pude volver a la casa de mis padres (con ya, cuarenta y cinco años). Salí a buscar trabajo y al no encontrar nada, decidí ponerme a escribir, pero ¿Sobre qué? pasó el tiempo y obtuve mi respuesta: no sabía escribir. Solicité un escritor pago, al cual aún le debo dinero. Tuve después que contratar a alguien que entendiese los extraños ruidos provenientes de mi boca. Pude lograrlo, pero al poco tiempo ambos renunciaron y quedé solo, incluso el escritor se llevó todo lo que yo le había dictado.
Pasó el tiempo y volví a saber del escritor, él ya era famoso por una obra, la cual yo desconocía. Tiempo después decidí comprarme un cassette en el cual se encontraba su obra leída por el mismo, me interesó muchísimo, era muy original, pero me alarmó el final: después de que él dijo "Fin", se empezaron a escuchar los datos sobre la creación de su obra, el año en el que se había creado y el lugar donde se había escrito. ¿Lo alarmante? ¡Se trataba de mi casa en la fecha en que yo lo había contratado! Años de larga meditación pasaron hasta que comprendí que había pasado: el escritor se habría aburrido de mi historia y decidió dejar volar su propia imaginación. Me sentí como un idiota al pensar lo bien que lo había atendido mientras el se dedicaba a ignorarme.
Tuve que contratar a un nuevo escritor para escribir la historia de mi vida.
Mi vieja historia: "El niño de chicle que tenía amigos de chocolate" que había querido publicar quedó olvidada. Parte porque el escritor había decidido ignorarme y la otra, por mi déficit de atenci.... Fin