27 agosto 2009

¿Pueden imaginar el tamaño que ahora tiene mi ego?

Quizás algún afortunado ha podido descubrir la noticia por sí mismo. Bueno, literalmente no es una noticia, no es que haya salido en el diario ni nada... esperen... [¿Si? ¿En el diario? ¿Una noticia? ¿No? ¿Una nota querés decir? Ok, entonces creo que merecen saberlo, ¿Verdad?] (se supone que eso es lo que yo le digo a mi ego)
Bueno, mi ego me acaba de comentar algo que considero de suma importancia informar. El día 21 de Agosto de este año, en el diario La Ciudad, en la página número once ha salido una nota titulada: "Un joven escritor de Avellaneda", aunque creo innecesario aclarar, el "Joven escritor de Avellaneda" soy yo. Ahora, primero que nada les dejo la dirección de mi casa, para que me puedan enviar todos los regalos que quieran hacerme a modo de felicitación:
-Debido a la inseguridad, la dirección no pudo ser mostrada- Blogger.
Grr... bueno, los regalos deberán dármelos en persona, aquellas personas que me conocen. Muchas gracias.

¿Debería dejar una prueba de lo que acabo de decir? Podrían buscar el diario abrir la página correcta y leerlo por ustedes mismo, es fácil, miren lo voy a hacer para que vean lo fácil que es: Primero toman el diario, lo abren en la página once, como dije antes y leen la nota. De hacer todo correctamente deberían ver algo como esto:

*En el diario aparecían dos publicidades las cuales yo alteré para que no pudiesen leerse (ahora que soy famoso no puedo hacer publicidades gratuitas).

¿Ven? Ahora pueden hacerlo ustedes, vayan a buscar un diario (aprovechen la oportunidad para cultivarse, leyendo alguna noticia).

14 agosto 2009

Atardecer

Mientras buscaba entre las cartas de mi antes amada, recordé aquellos días, en los que juntos, observábamos el atardecer.

[Eramos jóvenes y teníamos mucho tiempo por delante, por lo tanto no nos molestaba perder algunos minutos viendo el sol ponerse por detr
ás del horizonte, tomándonos de las manos.
Todos los d
ías en bicicleta iba a su casa , golpeaba la puerta y cuando ella abría le daba las flores que había recogido en el camino. Entonces sonreía, me abrazaba y me besaba. Yo le decía que se subiese a la parte de atrás de mi bicicleta y nos íbamos. Siempre al mismo lugar, un lugar perfecto que habíamos descubierto el día en que nos conocimos. Estaba frente al mar y tenía una grandiosa vista del atardecer.]

-
¿Cuál es?- Me pregunté mientras leía otra carta que no era la que yo estaba buscando.

[Aquel d
ía fuimos al mismo lugar de siempre. Sabíamos que sería la última vez que íbamos a estar allí, con lo cual nos quedamos mucho mas tiempo que de costumbre. Ella se iba y no sabía cuando iba a volver. Yo la comprendía perfectamente, tenía que irse para poder cumplir su sueño de ser actriz. El pueblo no era lo suficientemente grande y no tenía un teatro, por lo tanto no había posibilidades de que triunfase.
Yo estuve cuando se fue, puso sus valijas en el ba
úl del auto de su papá, se acercó y me besó en los labios como nunca antes lo había hecho. Entró al auto y se fue. Cuando el auto ya no era visible, comencé a llorar, tomé mi bicicleta y fui a casa. En el camino no podía dejar de pensar en todas los cosas que no iban a ser lo mismo: no más tomarse de las manos, no más besos, no más atardeceres y no más ella.
Entr
é a mi casa y fui a dormir.
Unas horas despu
és me desperté sintiéndome un poco mejor; tomé un papel, una lapicera y comencé a escribir. Esa iba a ser la primera carta que le enviaría, por lo cual no quería demostrar tristeza, no quería que se sintiese culpable de haberme abandonado; así que me tomó un par de horas el saber que la carta estaba terminada. La iba a enviar al día siguiente, no quería que ella recibiese la carta apenas entrara a su nueva casa. No quería parecer desesperado.]

Todos esos recuerdos me hicieron llorar, incluso cuando no podía recordar cómo todo había terminado.

[Los meses pasaron y cada semana recib
ía una carta de ella. Estaba tan feliz, había entrado a una escuela de teatro y estaba muy entusiasmada. Su felicidad me hacía feliz, pero seguía extrañándola.
No recuerdo la fecha exacta, pero un d
ía conocí a una chica de mi escuela, en el camino a mi casa y comenzamos a hablar. Era dulce y hermosa, me gustaba. Un día le pregunté si quería ir conmigo a un lugar especial, ella aceptó y fuimos. Vimos el atardecer, y cuando nos estábamos yendo, ella se acercó y me besó. Yo la abracé y la besé nuevamente. Ésa fue la primera vez.
No pude evitar sentirme culpable por haber
besado a otra chica y en la carta siguiente le conté.]

Todavía buscaba la carta en la cual ella me dijo que no iba a recibir m
ás cartas de su parte. Incluso, cuando aún intentaba recordar las exactas palabras que había usado, la idea de ella despidiéndose era clara en mi mente.

[D
ías después me había llegado su respuesta, me dijo que estaba feliz por mí y que era lo mejor que me podría haber pasado.
Continuamos enviándonos cartas mutuamente, me cont
ó que estaba triste porque no era muy buena para la actuación pero que iba a intentar mejorar. No le dije lo que pensaba pero sabía que era porque yo había encontrado a otra chica.
Me reun
ía con la chica casi todos los días, como había hecho anteriormente con ella. Incluso casi la misma rutina, observábamos la puesta del sol, reíamos y no besábamos. Quizás era monótono, pero me encantaba.
Una noche le envi
é una carta en la cual decía cuanto la extrañaba, a pesar del hecho de tener una nueva novia.]

-
Ésta es- pensé -la carta que estaba buscando estaba ahora en mi mano- la abrí y la leí. La fecha era la misma, pero lo que estaba escrito no era lo que recordaba:

Querido Andrés:

Se que deb
és sentirte extraño, yo aun no conocí a nadie aquí, pero puedo decirte que los sentimientos que tenés son los correctos. Estuve mucho tiempo con vos, así que es difícil aceptar la verdad.
Estoy muy feliz por vos ^^

Ana.

No s
ólo no parecía estar enojada, como recordaba, incluso no se había despedido. Algo estaba mal. Miré la mesa en donde todas las cartas estaban esparcidas y me dí cuenta: había otra carta que yo no había visto. La tomé y para mi sorpresa, el sobre no había sido abierto. Lo dí vuelta y leí la única frase que ella había escrito "La última carta que vas a recibir de mi parte". Al leerla recordé.

[Un d
ía recibí una carta de ella y cuando la iba a abrir noté que había algo escrito en el sobre aparte de mi dirección, la de ella y todas las cosas reglamentarias del correo. Sólo una frase había escrito y, cuando la leí, supe que todo había terminado.]

Cinco a
ños habían pasado desde ese momento, así que supuse que era momento de saber lo que ella había escrito en la carta. Abrí el sobre, tome la carta y la leí:

Querido Andrés
:

Lo que son tristes noticias para m
í, tal vez sean de tu agrado. ¿Recordás que te dije que no era muy buena actriz, pero que iba a seguir esforzándome? Pues parece que los profesores pensaron lo mismo y me dijeron que debía abandonar la escuela. ¿Por qué son buenas noticias para vos entonces? Bueno, supongo que de cierta manera también lo son para mí Voy a volver! ^^.
No puedo esperar volver a verte. Sé que estás con otra chica ahora, pero me encantaría verlos a ambos. Espero que ella y yo podamos ser amigas, ¿no sería genial?
Voy a esperarlos en nuestro lugar especial, espero que no est
és enojado conmigo, quiero que sigamos siendo amigos

Ana.

No pod
ía creer lo que leí, había estado equivocado, ella había vuelto y no me había enterado.

[Su carta me
rompió el corazón, ya no quería escribirme. Pero yo todavía la amaba, tomé la carta y la guardé con las demás. Había estado esperando su respuesta para poder contarle que me iba a mudar a una nueva casa, a unas pocas cuadras de distancia de la otra, la cual era más grande, más linda y sin mis padres. Pero ahora era imposible.
Sof
ía había venido a casa a preguntarme por qué no la había ido a buscar como siempre hacía. Le expliqué el problema y ella se entristeció. -Sabía que la amabas, pero ahora me doy cuenta cuánto- me dijo. -No podemos estar juntos, no es correcto- dijo y se fue.]

Si hubiese abierto la carta nada de eso hubiera pasado, me hubiese encontrado con ella en nuestro lugar, ella hubiera conocido a Sof
ía y quizás se hubiesen vuelto amigas. E incluso, de no haber abierto la carta, si hubiese ido a la casa de Sofía como todos los días y luego a ver el atardecer con ella, me hubiese encontrado con Ana.
Sal
í al jardín, tomé mi bicicleta y fui hasta su casa. En el camino me detuve a recoger unas flores, hesité y decidí no tomar ninguna. Cuando llegué a la casa de Ana golpeé la puerta, ella abrió y me miró fijo por un rato, luego me invito a pasar. Fuimos al comedor, me dijo que me sentara en una silla y fue a la cocina. Volvió con una taza de café para mí y me preguntó cómo había estado. Le expliqué lo que había ocurrido y le pregunté si podíamos volver a estar juntos, pues yo no había dejado de pensar en ella. Me dijo que necesitaba tiempo para pensar y fue a su habitación.

Ahora espero. Espero su respuesta, miro el reloj que est
á colgado en la pared: pasaron cinco minutos. Tomo mas café y espero. Imagino todas sus posibles respuestas y me preparo para cada una de ellas. De acuerdo con el reloj: veinticinco minutos han pasado. Termino mi café y voy a su habitación, ya he esperado demasiado. Golpeo la puerta y, sin recibir una respuesta, la abro. La habitación esta vacía. Miro alrededor y veo una ventana abierta, me asomo hacia afuera pero no la encuentro. Sobre su cama hallo una carta, la tomo, la abro y leo:

Andrés

Me hiciste una pregunta y te prometo que vas a recibir tu tan esperada respuesta en cinco a
ños.

Ana.

Me voy de su casa, miro alrededor y no la encuentro. Tomo mi bicicleta y me voy a nuestro lugar especial, ella no esta allí. Veo el atardecer y me voy sin saber si la voy a volver a ver.