29 abril 2006

Las puertas de la vida

Las puertas de la vida

Lo primeros días de mi vida fueron simples, había una puerta cerrada; nueve meses después, esa puerta se abrió y aparecieron nuevas puertas.Pasé por ella y vi un mundo diferente, un mundo desconocido; miré a mi alrededor y vi a una persona que me pegó en la cola para que llorase; una mujer lloraba, me agarró y me dijo:-¡Al fin, cuánto te estaba esperando!.Los primeros meses no entendí lo que pasaba a mi alrededor, pero al año otra puerta se abrió, luego de unos meses más, más puertas simples se abrieron. Las más complejas todavía no se abrían, pero con el tiempo entendí más el mundo que me rodeaba. Pronto se abrió una de las puertas complejas: mi niñez.En ella pasé los mejores momentos de mi vida; ahí se abrió la mayor parte de las puertas. Luego llegó mi adolescencia; en ella aprendí grandes cosas de la vida.Muchas nuevas puertas se abrieron cuando era mayor: la del trabajo, la del cariño a mis hijos, etcétera.Cada puerta que se abría parecía abrir muchas más.Luego llegó la vejez y con ella aprendí que las puertas que abrí cuando era joven me llevaron a todo ésto; pero luego las puertas dejaron de abrirse. Ya no me quedaba mucho.Pero luego de unos años, una puerta blanca se abrió; entré y ésa fue la última puerta de mi vida, pero todavía tengo tiempo como para contarles esta historia.P.D.: Nunca supe cuántas puertas eran, o si eran infinitas, pero de algo estoy seguro: nadie puede abrir las puertas que tú abriste. Las puertas de la vida

Lo primeros días de mi vida fueron simples, había una puerta cerrada; nueve meses después, esa puerta se abrió y aparecieron nuevas puertas.
Pasé por ella y vi un mundo diferente, un mundo desconocido; miré a mi alrededor y vi a una persona que me pegó en la cola para que llorase; una mujer lloraba, me agarró y me dijo:
-¡Al fin, cuánto te estaba esperando!.
Los primeros meses no entendí lo que pasaba a mi alrededor, pero al año otra puerta se abrió, luego de unos meses más, más puertas simples se abrieron. Las más complejas todavía no se abrían, pero con el tiempo entendí más el mundo que me rodeaba. Pronto se abrió una de las puertas complejas: mi niñez.
En ella pasé los mejores momentos de mi vida; ahí se abrió la mayor parte de las puertas. Luego llegó mi adolescencia; en ella aprendí grandes cosas de la vida.
Muchas nuevas puertas se abrieron cuando era mayor: la del trabajo, la del cariño a mis hijos, etcétera.
Cada puerta que se abría parecía abrir muchas más.
Luego llegó la vejez y con ella aprendí que las puertas que abrí cuando era joven me llevaron a todo ésto; pero luego las puertas dejaron de abrirse. Ya no me quedaba mucho.
Pero luego de unos años, una puerta blanca se abrió; entré y ésa fue la última puerta de mi vida, pero todavía tengo tiempo como para contarles esta historia.
P.D.: Nunca supe cuántas puertas eran, o si eran infinitas, pero de algo estoy seguro: nadie puede abrir las puertas que tú abriste.

Martín Rivas Acosta

2 comments:

Anónimo dijo...

ahhhhhhh pero una belleza!! muy bueno Martín, me encantó!!!

Martín dijo...

;-)